
Muy buen día, les saludo en este hermoso martes.
Quiero regalarles esta palabra que está en el Evangelio según San Juan 20:21, donde Jesús, ya resucitado, se presenta a sus discípulos y les dice:
“Como me envió el Padre, así también yo os envío a vosotros.”
Permítame ponerlo en contexto. Estas palabras fueron pronunciadas por Jesús en uno de los momentos más sublimes de la historia: acababa de resucitar y, mostrándose a sus discípulos, les enseñó sus manos y su costado como prueba viva de su victoria sobre la muerte. Era un instante maravilloso, lleno de esperanza y propósito.
Jesús, el Cristo resucitado, aprovechó este momento para darles una de sus palabras finales: los comisiona, los envía, les da directrices claras. Así como Él fue enviado por el Padre, ahora nosotros somos enviados al mundo.
La gran pregunta que surge es: ¿Con qué propósito fue enviado Cristo?
Fue enviado para traer un mensaje de vida, para encarnarse entre los hombres, para ofrecer salvación y vida eterna, para traer sanidad y esperanza a tantas personas. Y la pregunta para nosotros es:
¿Estamos haciendo lo mismo?
Jesús nos dice: “Así como mi Padre me envió, así también yo los envío a ustedes”.
De la misma manera, debemos llevar la Palabra, cumplir el mandato, entender nuestro llamado, encarnarnos en el servicio y, si es necesario, estar dispuestos a darlo todo, incluso nuestra vida, por la causa del Padre.
Como dijo el apóstol Pablo:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.”
(Gálatas 2:20)
Oremos
Padre celestial, ayúdanos en esta mañana a tomar esta palabra en serio. Así como enviaste a tu Hijo a entregar su vida y llevar un mensaje de esperanza, que nosotros también lo hagamos: que vayamos, prediquemos, enseñemos y, si es necesario, entreguemos nuestra vida por amor a tu nombre.
Gracias por el privilegio de ser tus hijos y embajadores de tu Reino. En el nombre de Jesús, amén.
Que tengas un día bendecido y lleno del fruto de la gracia.
Recuerda: eres comisionado para llevar su Palabra. Un abrazo.