Sirve a Cristo

Bendiciones, estamos en esta linda mañana de viernes y quiero regalarte esta palabra que está en Colosenses 3:23-24:

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.” (RVR1960)

Todo lo que hagas, hazlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Recuerda que del Señor vas a recibir la recompensa, una recompensa de herencia, porque a Cristo el Señor servimos.

Todo lo que hagamos, que sea primero de corazón. Si te toca hacer algo, si te toca servir, si te toca ayudar al prójimo, cualquier cosa que Dios ponga en tus manos, hazla primero con el corazón. Haz el bien, haz el servicio, que eso nazca en un corazón que ama, que lo hace como para el Señor, como decía el apóstol Pablo, y no para los hombres.

Porque tal vez de los hombres algunos te van a agradecer, otros tal vez te van a aplaudir, otros quizá te van a ignorar o, sencillamente, pueden ser malagradecidos. Pero la palabra dice que del Señor recibirás la recompensa, y no cualquier recompensa, sino la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servimos.

Que nunca se te olvide: a Cristo es al que servimos. Cuando ayudas a alguien, es a Cristo a quien sirves, porque Cristo está reflejado en cada persona a la que servimos. Esa es nuestra herencia y esa es la mayor bendición que puede tener el ser humano. No está en las riquezas materiales, está en el corazón dadivoso y en la satisfacción de haber servido con amor.

Así que, en esta mañana, oremos para que Dios nos dé fuerzas y nos implante un corazón compasivo, un corazón que ame sin esperar nada a cambio.

Oremos:

Gracias, Señor, porque en este día nos das la oportunidad de estar delante de tu trono. Gracias, Señor, por aceptar nuestra vida delante de ti. Ayúdanos, Señor, a hacer las cosas para ti y no para los hombres. Aunque servimos a la gente, que nuestro corazón siempre esté entendido de que es para ti, Señor, porque cuando lo hacemos de esta manera, sabemos que de ti recibimos la recompensa. Gracias, Señor, porque la recompensa que tienes para nosotros es grande. Tú ves el corazón dadivoso, el corazón amoroso, el corazón servicial. Y hoy, Señor, queremos hacerlo siempre con esta actitud. En el nombre de Jesús. Amén.

Que tengas un lindo día, bendiciones para tu vida.