
Bendiciones en este hermoso y bendecido día.
Hoy quiero invitarte a meditar en una de las declaraciones más profundas y consoladoras que Jesús pronunció después de su resurrección:
“Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
(Juan 20:29, RVR1960)
Este pasaje nos transporta al encuentro entre Jesús resucitado y sus discípulos, especialmente Tomás, quien luchaba con la duda. Tomás necesitaba ver y tocar las marcas de los clavos para creer. Jesús, con compasión, le permitió hacerlo. Cuando Tomás tocó sus heridas, exclamó:
“¡Señor mío, y Dios mío!”
(Juan 20:28, RVR1960)
Es entonces cuando Jesús pronuncia estas palabras que atraviesan los siglos:
“Bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
La fe que agrada a Dios
Tú y yo, que vivimos siglos después de estos eventos, no hemos visto físicamente a Jesús, no tocamos sus manos ni su costado. Pero el Señor nos llama “bienaventurados”, afortunados, porque hemos creído sin haber visto. Esta es la fe que agrada a Dios.
La Biblia afirma:
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”
(Hebreos 11:1, RVR1960)
Y nos recuerda:
“Porque por fe andamos, no por vista.”
(2 Corintios 5:7, RVR1960)
Cada día, nuestra confianza y adoración se levantan no sobre lo visible, sino sobre la convicción profunda de que el Señor está con nosotros, nos escucha, nos ama y sostiene.
Adorar en Espíritu y en verdad
Adorar a Dios sin verlo es el mayor privilegio y una de las más altas expresiones de confianza. Como creyentes, somos llamados a caminar en fe y a experimentar la presencia de Dios de maneras reales, aunque invisibles para el mundo. Así lo expresó también el salmista:
“Al Señor he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido.”
(Salmo 16:8, RVR1960)
Oración de gratitud
En esta hora, te invito a orar así:
Señor, gracias por la dicha de creer en Ti sin haberte visto. Gracias porque, aunque mis ojos físicos no pueden contemplarte, mi corazón puede experimentar tu presencia real y poderosa. Fortalece mi fe cada día y no permitas que la duda, el temor o la incertidumbre opaquen la convicción de que Tú estás conmigo. Quiero ser de los que adoran, creen y permanecen firmes en tu Palabra. Amén.
Recuerda hoy y siempre:
Eres bienaventurado, eres bienaventurada. El Señor está contigo.
No necesitas ver para creer; necesitas creer para ver el obrar de Dios en tu vida.
¡Dios te bendiga y te guarde!
Un abrazo fraternal en Cristo.